sábado, 2 de noviembre de 2013

Fútbol no tiene límites

La pelota era distinta a la mayoría de ellas. Su fisonomía similar, pero de ella se percibía un sonido de una cápsula dentro que permitía que los jugadores la encuentren. Ellos formaban parte de dos equipos de una gran rivalidad futbolística, amistosa pero competitiva al fin. 
La cancha, de cemento al aire libre para una mayor percepción de la misma por parte de los jugadores. Ellos eran 5 de un lado y 5 del otro. Exceptuando los arqueros de ambos bandos, el resto de los jugadores eran jóvenes con ceguera orientados por sus entrenadores, los mismos guardametas y unos guías ubicados detrás de cada arco. La facilidad con la que jugaban hacía olvidar que sobre los ojos de cada futbolista posaban unas gafas para la igualdad de condiciones en cuanto a la no visibilidad. En la cancha, de un tamaño mediano, todos ocupaban los espacios de una manera muy dinámica sin dar pelota por perdida. Se vio un partido sumamente entretenido que finalizó 5 a 3 a favor de uno de los equipos. Alrededor del campo había un puñado de espectadores que animaban a los conjuntos. A pesar del ruido de los autos que pasaban tras la cancha, ellos no perdían de rastro a la “redonda”. Los arcos eran de un tamaño pequeño, pero para los guardavallas no fue fácil impedir los goles, quienes estaban afuera lo gritaban como si se tratara de un partido profesional, y para ellos lo era. Era el momento en que sus preocupaciones y obligaciones quedaban de lado. El momento de hacer suyo el mundo exterior. Delio Sánchez juega para el Centro Vasco platense y es uno de los referentes de dicho equipo. No vidente desde su nacimiento, oriundo de La Plata; hace seis años estudia Comunicación Social en la localidad de las diagonales en la que está por recibirse. Ël desde su arribo comenzó a buscar lugares donde se pudiera practicar el fútbol para ciegos y fue un gran impulsor para que hoy en día se lo practiquen con frecuencia.

Felipe Bracco

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