martes, 26 de noviembre de 2013

Gabriela Chávez: Una sujeta que me sujeta y mantiene sujetados a muchos sujetos
Una blanca dentadura deslumbra y dibuja una sonrisa en su rostro embelleciendo el paisaje obsoleto de la biblioteca de Periodismo. El silencio se interrumpe cuando emprende las primeras palabras, poco tímidas de hecho. Junto a ella, su fiel compañera, que se encarga de transportar en su espalada los materiales necesarios para realizar su rutina.
Un día normal en su vida comienza en la pensión que comparte con un grupo de chicas, luego de abrir sus ojos se dirige instantáneamente a su computadora donde se conecta a “facebook” para verificar el cronograma que derivará a sus compañeros de trabajo.
Tiene muchos proyectos en marcha y no puede descuidar ninguno, por eso la licenciada en ciencias de la comunicación despierta muy temprano  para dirigirse a la Facultad de Periodismo, para llegar allí toma el colectivo 202, pero de vez en cuando decide tomar el 214 ya que a veces hay que hacer otro recorrido para irrumpir la rutina y ver paisajes nuevos.











Entre los grises                                                                                      

Desde sus comienzos Gaby no contaba con la tecnología a la que hoy tiene acceso. Debía ingeniárselas escribiendo con marcadores  ya que era la única manera que podía de percibir las cosas.
–No hay formas, solo bultos- me dice inquieta, buscando las palabras justas para explicarme cómo su visión cambia dependiendo el objeto que use.  Teniendo tres percepciones de la realidad en un mismo día es difícil acostumbrarse. Una es con lentes de contactos que le permite definir los rasgos de las personas, con anteojos es menor esa percepción pero igual puede distinguir colores y formas, y la última es la percepción natural, la que tiene desde su nacimiento, ésta le permite ver pero borroso. Allí se guía utilizando sus otros sentidos como los sonidos o los aromas.
-Nadie va a caminar por vos, nadie se va poner en tus zapatos si vos no lo haces- continua. Así cuenta que cada vez tiene más proyectos enfocados a la discapacidad y como objetivo ayudar a aquellas personas en situación de discapacidad para una mayor inclusión tanto en la Facultad como en cualquier ámbito.
De Tucumán a la Capital de Buenos Aires
Gaby es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional de Tucumán, allí decidió que quería hacer la maestría en planificación por lo que en el 2010 llegó a La Plata y hoy, tres años después, está en proceso de tesis. La misma gira en torno a la discapacidad, está haciendo un enfoque en el aprendizaje de quienes asisten al programa de radio “Producción de nuevos sentidos” emitido desde la Facultad. Es todo un desafío, tal vez eso es lo que la alentó a elegir ese tema. 
- Para mí este es un año de hacer permanente; de caminar, de  soñar, de construir, de crear, de imaginar y sobre todo de poner en dialogo lo de la discapacidad- me cuenta Gaby, mientras se frota las manos en las piernas sonriendo con la mirada llena de entusiasmo.
Está emprendiendo muchos proyectos, se encarga de la producción de la radio “Nos sobran los motivos”- es laboriosa, súper responsable con la pauta, nos manda información y hasta nos deja elegir la música, es muy compañera- dice Florencia Abasto, una de las locutoras del programa cuando le pregunté sobre Gaby.
Además de ser una buena cebadora de mate, se preocupa para que los integrantes del programa se sientan cómodos y puedan disfrutar del mismo.
Algo que la caracteriza a Gaby es la inmensa sonrisa que permanece en su rostro. Sus proyectos y solidaridad la embarcan en una aventura que permanece en su lista de quehaceres y no se olvida de disfrutar de salidas con amigas. La vida es un viaje de ida y nada la hace más feliz que vivirlo ayudando a los viajeros a caminar.



Andrés: la receta para no bajar los brazos


         Andrés: la receta para no bajar los brazos
 Los peces competían por ver cuál era el que se llevaba el mayor caudal alimenticio. Las artemias significaban mucho para aquellos seres que nadaban a lo largo de la pecera. Eso es lo que generalmente les da para que se alimenten Andrés, quien los recibió de regalo de sus tíos el mismo día que desgraciadamente dejó la puerta de su casa abierta y escapó su perro Pipo, hace un año.
- Ese día lloré como pocas veces en mi vida. Siempre paso por el barrio de mi anterior casa, sueño con volver a encontrarlo- cuenta el joven platense de 20 años, entre un ida y vuelta constante de mates que compartimos sentados en la mesa del comedor de su hogar.
  Allí vive desde hace unos meses con su madre y sus dos hermanos, uno mayor y otro menor, los cuales aparecen en innumerables fotos que dejan sin espacio el modular del living. Visita frecuentemente a su padre, quien vive a escasas cuadras de él, las cuales transita en bicicleta por el peligroso diagonal 74, y tiene una excelente relación con su ex esposa. Eso no es lo que Andrés Castillejos desearía respecto de su familia, pero lo sobrelleva de la mejor manera.
-   Al menos, es como un premio consuelo y una satisfacción que ellos se lleven bien. La mayoría de las ex parejas no mantienen un buen trato y eso afecta a sus hijos- su rostro sufre una trasformación, pasa de un matiz radiante y risueña a una circunspecta y sensible.
  La escuela y el rugby le aportaron un gran número de amigos, el cual pretende seguir incrementando en el hábitat universitario.  “La amistad es como una una pequeña caja que siempre está abierta y tiene espacio disponible”, con una cálida sonrisa que no logra disimular su emergente mirada ruborizada por soltar la frase a la que llama “cursi”, entre risas.

Gustos
  En los largos escalones de cemento, rodeado de banderas y camisetas de rayas rojas y blancas, se encuentra Andrés con su hermano mayor Tobías, fin de semana por medio. Su pasión, su locura, su sangre, su sufrimiento; todo relacionado con Estudiantes de La Plata. Fanático desde pequeño, no se ausenta nunca cuando su equipo juega de local.
- Voy siempre con Tobías, a veces con mi papá. Lautaro (el menor) nos acompaña muy poco. Vamos a la popular porque es una fiesta comparado con la platea- así con entusiasmo  transparenta sus sentimientos para con su equipo, al cual le es fiel.
  Sólo falta los sábados o domingos, días que el barro cubre su cara y su vestimenta deportiva, me cuenta Andrés mientras ya estamos en la mesa del patio en una tarde soleada. Tratando de evitar las caídas y escurriéndose entre los jugadores rivales, defiende los colores del club San Luis en la categoría M 22. Hace ocho años incursionó allí y le encantaría “seguir muchos años más, porque es mi segunda casa”.
  No se queda sólo en el rugby. Los deportes con paleta son de su paladar, asegura Andrés en el momento en que desprende de la regadera que tiene en las manos un chorro de agua, el cual colisiona con su planta favorita, la de menta. La mejor manera de comprobarlo es jugando un partido en su mesa de ping pong. En él demostró tener habilidades mientras la pelotita iba y venía sin dejar de pronunciar un minúsculo “tic”; el fastidio se hacía presente en su personalidad cuando la bola no impactaba dentro del rectángulo.

Estudio
  Tres años hace que el micro lo deja en 1 y 47, donde tiene que caminar algunas cuadras para llegar al lugar donde optó por estudiar. Aunque le cueste levantarse a de sobremanera, la mañana es el tiempo que prefiere acaparar para llevar a cabo su formación.
  Desde pequeño en la escuela- también San Luis)- demostraba con el lápiz en su mano un talento que lo inculcaba sobre las hojas, razón por la que escogió arquitectura. Mejoró el último año y medio a base de esfuerzo y dedicación.
- El primer año y parte del otro no me estaba yendo de la mejor manera, estaba un poco perdido sinceramente- las galletitas “Pepas”, que pone su madre, Ana, sobre la mesa de afuera, provocan un parate en el habla de Andrés.- Después de las vacaciones de invierno del año pasado empecé a tomármelo con más seriedad y a aprobar más materias. – Se muestra más satisfecho y tranquilo, olvida que las migas caen sobre el piso, cuando habla del último tiempo en Arquitectura. La primer parte la cuenta con algo de timidez, rasgo recurrente en él.  
  Castillejos cree que estudiar por la zona verde y arbolada, el bosque, es un estímulo extra para estudiar, porque el clima y el ambiente “dan la sensación de menor exigencia. No sé porqué creo eso, je”, la vergüenza se apodera nuevamente de su rostro. De a poco eso es menor y se anima a decir lo que cree con mayor soltura.

Discapacidad
  Las risas de compañeros o la falta de rampas no son un problema cuando transita por los periplos universitarios, pero presenta cierta dificultad que redobla el esfuerzo para estudiar. Andrés Castillejos posee dislexia, desde que salió del vientre de Ana para explorar el mundo. Su simpatía se corre a un lado cuando habla de este tema y da lugar a la sensibilidad.
- Lo mío es una discapacidad, pero no lo siento como tal. No es perceptible y por eso no estoy tan expuesto. Hay problemas muchísimos peores que el mío, aunque no está bueno tener dislexia, que se complique la lectura de textos, que sea difícil manejar el dinero, o escuchar ruido que no se produjeron.
  Es feliz cuando dice que los tratamientos que ha experimentado estos años lo han ayudado y casi no le es un problema sobrellevar la dislexia. No así cuando considera que la universidad no está preparada lo suficiente para las personas disléxicas.
- La mayoría de los profesores omiten el hecho de que uno es disléxico y lo minimizan, sin tener en cuenta que nuestro aprendizaje no es simultáneo al de las personas que no presentan ningún tipo de discapacidad- un tanto de rabia le aparece cuando recuerda a algunos profesores que no le tuvieron paciencia- Algunos profesores me han dejado fuera de la cursada rápidamente, con la excusa de que no estaba al día y haciendo oídos sordos a mi problema.
  Su madre, que escuchó la última parte de la declaración cuando retiraba el plato semivacío de las galletitas, quiere ser parte de la nota. Sin dar ningún tipo de vueltas se acerca y me habla.
- Andrés siempre se ha superado a la hora de estudiar. Recibió el apoyo necesario por parte nuestra. Lo ayudamos en la comprensión de textos, le proporcionamos un silencio extremo  para su concentración- no le gusta hablar de este tema como un problema sino como una forma de superarse, esto lo transmite en su expresión.
  Sus tiempos en el colegio San Luis son muy recordados por él mismo. Extraña discutir con sus amigos sobre la fecha transcurrida en el torneo local de fútbol. Añora con cierta lejanía sus discusiones con los profesores. A pesar de las que cree ciertas falencias institucionales, está muy a gusto con su vida facultativa, pero echa de menos sus días en la escuela.
- Allí pase buenos momentos, éramos un grupo muy unido. La dislexia no influyó mucho para mi enseñanza.- expresa alegremente mientras se acerca a la pecera- En el San Luis facilitaron mi aprendizaje, me daban lecturas más legibles, textos auditivos, me permitían usar calculadora siempre. Los profesores y directivos eran muy comprensivos en eso.
  Ahora ya he superado con creces la dislexia, pero voy a luchar para que los profesores de la universidad se preparen para estudiantes así, porque sé lo que se siente. Deben comprender que nuestra exigencia es doble.
  Golpea con un dedo la gran caja de cristal, momento en que los cuatro peces se mueven a una velocidad increíble. Creen que tendrán la suerte de alimentarse otra vez, pero Andrés sólo busca divertirse con ellos. Ésa es la única forma que tiene de comunicarse con ellos cuando no deja caer las artemias o escamas a su hogar. Andrés ya se muestra desahogado, ha detallado sobre su vida, su dificultad, sus ansias de triunfar. Su madre inspira un sentimiento similar, sus hermanos no están.

  Un nuevo partido de  ping pong culmina con el encuentro, esta vez no será para comprobar sus aptitudes sino para ganar. Se ve decidido a sacar lo mejor de sí, como en la entrevista y en la vida.

sábado, 23 de noviembre de 2013

La inclusión sobre ruedas

  
  Las baldosas descolocadas se hundían a un ritmo constante, despidiendo un “toc-toc” incesante. Aplausos a cada movimiento de los corredores, que desbordaban de felicidad cuando cruzaban una de las trampas que planteaba la pista, descontrolaban más el ya enloquecedor ruido del centro platense. Una rampa en condiciones generaba una ovación similar a la efervescencia de los aficionados en las gradas de un campo de fútbol.  Un bocinazo, de un conductor  que pedía que se apresuren los jóvenes que debían bajar de espaldas el cordón de la vereda, contrastaba con las sonrisas de emoción de aquellos que habían nacido en silla de ruedas y ahora tenían a su lado ciudadanos que buscaban concientizar del Rally de todos los días.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Martín: retrato del sacrificio hecho

  Los blancos rulos de Mica se llenaban de polvo cuando la corría a Minnie, que encontraba un lugar seguro en lo más alto del mueble de la cocina. Al lado del caniche toy, que ahora lucía sus prolijos pelos con una tonalidad parda por la persecución, estaba Millie con la lengua afuera. Ambas perras estaban expectantes de cualquier movimiento que haga la gata, que lamía su cola desde la cima del mostrador, generando la envidia de todos en esa habitación.

Proyectos, dificultades y soluciones

Proyectos, dificultades y soluciones

  El calor emergente de los últimos días aquejaba el martes 5 de noviembre con complicidad de la siempre presente humedad. En la zona del bosque platense había un tránsito mayor al frecuente de un segundo día  hábil de la semana a las 14 horas.
  En la Facultad de odontología  de la UNLP (1 y 50) las distintas agrupaciones estudiantiles desplegaban su campaña, entregando boletas en la entrada para las elecciones de Centro de Estudiantes de los tres días siguientes. La música de un gran parlante acompañaba a quienes allí entraban para las elecciones de Centro de Estudiantes de los tres días siguientes.

Experiencia RadioPerio

Desde la Facultad de Periodismo, todos los lunes 11:00


Experiencia RadioPerio
"El conocimiento es un derecho que como comunicadores tenemos la obligación de difundir".



Juegos Evita: inclusión y participación

Bajo el lema “Patria Grande” más de 300 mil personas participaron de los juegos impulsados por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.  

Están dirigidos a deportistas de 12 a 18 años y adultos mayores de 60 años. La modalidad es inclusiva, participativa y formativa y el acento está puesto en  rescatar la promoción de valores propios de la actividad deportiva como el juego limpio, el trabajo en equipo, el respeto por el otro, la solidaridad y el placer por jugar, con el objetivo de que los chicos y jóvenes puedan trasladar esas experiencias a su vida diaria.