martes, 26 de noviembre de 2013

Andrés: la receta para no bajar los brazos


         Andrés: la receta para no bajar los brazos
 Los peces competían por ver cuál era el que se llevaba el mayor caudal alimenticio. Las artemias significaban mucho para aquellos seres que nadaban a lo largo de la pecera. Eso es lo que generalmente les da para que se alimenten Andrés, quien los recibió de regalo de sus tíos el mismo día que desgraciadamente dejó la puerta de su casa abierta y escapó su perro Pipo, hace un año.
- Ese día lloré como pocas veces en mi vida. Siempre paso por el barrio de mi anterior casa, sueño con volver a encontrarlo- cuenta el joven platense de 20 años, entre un ida y vuelta constante de mates que compartimos sentados en la mesa del comedor de su hogar.
  Allí vive desde hace unos meses con su madre y sus dos hermanos, uno mayor y otro menor, los cuales aparecen en innumerables fotos que dejan sin espacio el modular del living. Visita frecuentemente a su padre, quien vive a escasas cuadras de él, las cuales transita en bicicleta por el peligroso diagonal 74, y tiene una excelente relación con su ex esposa. Eso no es lo que Andrés Castillejos desearía respecto de su familia, pero lo sobrelleva de la mejor manera.
-   Al menos, es como un premio consuelo y una satisfacción que ellos se lleven bien. La mayoría de las ex parejas no mantienen un buen trato y eso afecta a sus hijos- su rostro sufre una trasformación, pasa de un matiz radiante y risueña a una circunspecta y sensible.
  La escuela y el rugby le aportaron un gran número de amigos, el cual pretende seguir incrementando en el hábitat universitario.  “La amistad es como una una pequeña caja que siempre está abierta y tiene espacio disponible”, con una cálida sonrisa que no logra disimular su emergente mirada ruborizada por soltar la frase a la que llama “cursi”, entre risas.

Gustos
  En los largos escalones de cemento, rodeado de banderas y camisetas de rayas rojas y blancas, se encuentra Andrés con su hermano mayor Tobías, fin de semana por medio. Su pasión, su locura, su sangre, su sufrimiento; todo relacionado con Estudiantes de La Plata. Fanático desde pequeño, no se ausenta nunca cuando su equipo juega de local.
- Voy siempre con Tobías, a veces con mi papá. Lautaro (el menor) nos acompaña muy poco. Vamos a la popular porque es una fiesta comparado con la platea- así con entusiasmo  transparenta sus sentimientos para con su equipo, al cual le es fiel.
  Sólo falta los sábados o domingos, días que el barro cubre su cara y su vestimenta deportiva, me cuenta Andrés mientras ya estamos en la mesa del patio en una tarde soleada. Tratando de evitar las caídas y escurriéndose entre los jugadores rivales, defiende los colores del club San Luis en la categoría M 22. Hace ocho años incursionó allí y le encantaría “seguir muchos años más, porque es mi segunda casa”.
  No se queda sólo en el rugby. Los deportes con paleta son de su paladar, asegura Andrés en el momento en que desprende de la regadera que tiene en las manos un chorro de agua, el cual colisiona con su planta favorita, la de menta. La mejor manera de comprobarlo es jugando un partido en su mesa de ping pong. En él demostró tener habilidades mientras la pelotita iba y venía sin dejar de pronunciar un minúsculo “tic”; el fastidio se hacía presente en su personalidad cuando la bola no impactaba dentro del rectángulo.

Estudio
  Tres años hace que el micro lo deja en 1 y 47, donde tiene que caminar algunas cuadras para llegar al lugar donde optó por estudiar. Aunque le cueste levantarse a de sobremanera, la mañana es el tiempo que prefiere acaparar para llevar a cabo su formación.
  Desde pequeño en la escuela- también San Luis)- demostraba con el lápiz en su mano un talento que lo inculcaba sobre las hojas, razón por la que escogió arquitectura. Mejoró el último año y medio a base de esfuerzo y dedicación.
- El primer año y parte del otro no me estaba yendo de la mejor manera, estaba un poco perdido sinceramente- las galletitas “Pepas”, que pone su madre, Ana, sobre la mesa de afuera, provocan un parate en el habla de Andrés.- Después de las vacaciones de invierno del año pasado empecé a tomármelo con más seriedad y a aprobar más materias. – Se muestra más satisfecho y tranquilo, olvida que las migas caen sobre el piso, cuando habla del último tiempo en Arquitectura. La primer parte la cuenta con algo de timidez, rasgo recurrente en él.  
  Castillejos cree que estudiar por la zona verde y arbolada, el bosque, es un estímulo extra para estudiar, porque el clima y el ambiente “dan la sensación de menor exigencia. No sé porqué creo eso, je”, la vergüenza se apodera nuevamente de su rostro. De a poco eso es menor y se anima a decir lo que cree con mayor soltura.

Discapacidad
  Las risas de compañeros o la falta de rampas no son un problema cuando transita por los periplos universitarios, pero presenta cierta dificultad que redobla el esfuerzo para estudiar. Andrés Castillejos posee dislexia, desde que salió del vientre de Ana para explorar el mundo. Su simpatía se corre a un lado cuando habla de este tema y da lugar a la sensibilidad.
- Lo mío es una discapacidad, pero no lo siento como tal. No es perceptible y por eso no estoy tan expuesto. Hay problemas muchísimos peores que el mío, aunque no está bueno tener dislexia, que se complique la lectura de textos, que sea difícil manejar el dinero, o escuchar ruido que no se produjeron.
  Es feliz cuando dice que los tratamientos que ha experimentado estos años lo han ayudado y casi no le es un problema sobrellevar la dislexia. No así cuando considera que la universidad no está preparada lo suficiente para las personas disléxicas.
- La mayoría de los profesores omiten el hecho de que uno es disléxico y lo minimizan, sin tener en cuenta que nuestro aprendizaje no es simultáneo al de las personas que no presentan ningún tipo de discapacidad- un tanto de rabia le aparece cuando recuerda a algunos profesores que no le tuvieron paciencia- Algunos profesores me han dejado fuera de la cursada rápidamente, con la excusa de que no estaba al día y haciendo oídos sordos a mi problema.
  Su madre, que escuchó la última parte de la declaración cuando retiraba el plato semivacío de las galletitas, quiere ser parte de la nota. Sin dar ningún tipo de vueltas se acerca y me habla.
- Andrés siempre se ha superado a la hora de estudiar. Recibió el apoyo necesario por parte nuestra. Lo ayudamos en la comprensión de textos, le proporcionamos un silencio extremo  para su concentración- no le gusta hablar de este tema como un problema sino como una forma de superarse, esto lo transmite en su expresión.
  Sus tiempos en el colegio San Luis son muy recordados por él mismo. Extraña discutir con sus amigos sobre la fecha transcurrida en el torneo local de fútbol. Añora con cierta lejanía sus discusiones con los profesores. A pesar de las que cree ciertas falencias institucionales, está muy a gusto con su vida facultativa, pero echa de menos sus días en la escuela.
- Allí pase buenos momentos, éramos un grupo muy unido. La dislexia no influyó mucho para mi enseñanza.- expresa alegremente mientras se acerca a la pecera- En el San Luis facilitaron mi aprendizaje, me daban lecturas más legibles, textos auditivos, me permitían usar calculadora siempre. Los profesores y directivos eran muy comprensivos en eso.
  Ahora ya he superado con creces la dislexia, pero voy a luchar para que los profesores de la universidad se preparen para estudiantes así, porque sé lo que se siente. Deben comprender que nuestra exigencia es doble.
  Golpea con un dedo la gran caja de cristal, momento en que los cuatro peces se mueven a una velocidad increíble. Creen que tendrán la suerte de alimentarse otra vez, pero Andrés sólo busca divertirse con ellos. Ésa es la única forma que tiene de comunicarse con ellos cuando no deja caer las artemias o escamas a su hogar. Andrés ya se muestra desahogado, ha detallado sobre su vida, su dificultad, sus ansias de triunfar. Su madre inspira un sentimiento similar, sus hermanos no están.

  Un nuevo partido de  ping pong culmina con el encuentro, esta vez no será para comprobar sus aptitudes sino para ganar. Se ve decidido a sacar lo mejor de sí, como en la entrevista y en la vida.

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