El encuentro se haría en la Sala de Bienestar del Rectorado. Un musculoso e imponente guardia tuvo la amabilidad de resguardar al periodista hacia aquel lugar, para que no se pierda o trate de recorrer las curiosidades del edificio. El cartel pegado en la puerta aseguraba que “no se atienden estudiantes”, pero el corresponsal lo pondría a prueba. Una mujer joven, de ojos delineados y pelo atado de forma prolija, desconocía dónde estaba Sandra Katz, nuestra entrevistada, en ese momento. Pero se comprometió en llamarla al instante, preguntando antes si el objetivo de nuestra presencia era recibir una netbook. El tono del teléfono la impaciento, por lo que cortó sin que hubiera pasado siquiera un minuto de su promesa, y recordó que existía otro sector de Bienestar en el primer piso.
Al encontrarse con las decenas
de escaleras que debería subir, nuestro periodista recordó su dolencia de
rodillas. Sin embargo, pudo distinguir el lugar donde se encontraba trabajando
Sandra, sin la necesidad de ser escoltado. Un saludo amable acompañado de una
sonrisa generó un clima ameno antes de que pudiera encender el grabador. El
corresponsal se disculpó: ahora estaba diez minutos retrasado.
Sandra Katz señaló un banco,
como el de las plazas pero menos estropeado, que se encontraba en una esquina
del patio circular que está poco después de la entrada del Rectorado.
Bajar las escaleras esta vez no fue un martirio, ya que la sonrisa de la
entrevistada, que se extendía casi hasta sus ojos verdes refugiados por grandes
lentes, hacían compañía al corresponsal. Un movimiento de manos constante y
pronunciado, provocaban prestarle atención a los dos anillos que tenía en cada
mano, a la vez que sacudían el camperón violeta de la mujer.
Allí está Sandra, la
profesora de Educación Física y Psicóloga, coordinadora de la Comisión de la
discapacidad de la Universidad platense. Sentada con las piernas cruzadas
recibe y retribuye, los constantes saludos de quienes por aquel espacio se
encuentran. Se siente complacida por su trabajo, cree que los derechos de las
personas en situación de discapacidad de a poco abarcan un mayor reconocimiento,
el cual es fruto en gran parte gracias al esfuerzo de la comisión.
Su trabajo es el de otorgar todas las
posibilidades existentes y solucionar las dificultades de los jóvenes que
presenten una discapacidad para estudiar en la Universidad. “Hay que mostrar que la discapacidad no
es algo tan otro diferente, ni tan ajeno, ni tan lejano, sino que uno en lo
cotidiano se lo puede encontrar más cerca de lo que cree”. Ése es el pilar
fundamental que constituye a la organización. Y Sandra Katz lo traslada con
fervor y entusiasmo. El cálido clima que se respira en el patio acompaña esos
sentimientos.
“No podemos permitir que un profesor de
Educación Física diga ´no quiero dedicarme a la discapacidad´ o ‘no sé de
discapacidad’ porque en cada club hay un chico así que quiere hacer las mismas
actividades que los demás. Hay que prepararse para entender la diversidad
humana, no creer que existen los normales, y yo me preparo sólo para ellos, y
en todo caso hago un posgrado para los diferentes”. Hace referencia al
despropósito de los docentes frente a este tema y lo remonta a una de sus
profesiones, la Educación Física. Su rostro
se inmuta, muestra cierta dosis de indignación ante tal falta de predisposición
profesional
Con el correr de los minutos en los que se
desarrolla la entrevista puede observarse a una Sandra que acomoda su cuerpo,
lo pone recto contra el respaldo del banco. Asimismo, el tono de su voz se
eleva y toma mayor fuerza, su sonrisa sufre un leve desdibujo cuando habla
sobre las responsabilidades institucionales con respecto a la discapacidad.
“Nosotros empezamos en el 2000. Desde ese año
tenemos una reunión mensual y fuimos probando de reunirnos acá, en el rectorado
y no había espacio, de juntarnos en un café, de juntarnos en una casa. Cada mes
nos reunimos en una facultad diferente, como que vamos probando. Eso fue en el
2000. En 2005, desde la Universidad, entramos en lo que se llama la Partida
Presupuestaria y empezamos a tener presupuestos. Entonces podríamos decir que
ya hay un reconocimiento por parte de la Universidad en relación a la comisión”.
La articulación de sus manos sigue siendo de
la misma tenacidad que al comienzo del encuentro. Una vez más es saludada por
un integrante del rectorado y Katz, muy cordialmente, devuelve la atención.
Esto le permite emitir una pausa y acomodarse los lentes. Continúa con su
explicación.
“Y es poco; bueno, vuelvo a decir no tenemos espacio físico. El único cargo reconocido es el mío. Pero te podría decir que logramos muchas cosas en diálogos con otros, con la gente de bienestar, con la gente de comunicación visual. A ver, todas las veces que íbamos a pedir algo costó, pero fuimos escuchados. Logramos que acá en la Universidad hay un área que se llama Relaciones Institucionales o no me acuerdo bien cómo se llama, que dicta cursos para todos los empleados de la Universidad. Bueno, y logramos que en esos cursos incluyan la lengua de señas. Creemos que tenemos reconocimiento, podríamos tener más. Pero esto de no estar aliado con ningún sector político por un lado nos otorga libertad y por otro, no haber crecido más”.
“Y es poco; bueno, vuelvo a decir no tenemos espacio físico. El único cargo reconocido es el mío. Pero te podría decir que logramos muchas cosas en diálogos con otros, con la gente de bienestar, con la gente de comunicación visual. A ver, todas las veces que íbamos a pedir algo costó, pero fuimos escuchados. Logramos que acá en la Universidad hay un área que se llama Relaciones Institucionales o no me acuerdo bien cómo se llama, que dicta cursos para todos los empleados de la Universidad. Bueno, y logramos que en esos cursos incluyan la lengua de señas. Creemos que tenemos reconocimiento, podríamos tener más. Pero esto de no estar aliado con ningún sector político por un lado nos otorga libertad y por otro, no haber crecido más”.
La entrevista transcurre, durante ese lapso Sandra
expone su versión acerca de esta delicada temática. Ella demuestra que la
discapacidad no es, ni debería ser un problema sino una característica, una
carencia determinada; pero ningún impedimento para estudiar en la Universidad.
La entrevistada se ha mantenido muy correcta y acertada con sus declaraciones,
las cuales dejaron conceptos muy ricos.
“Reconocer que le estamos en falta es el
primer punto. Porque si no lo hacemos responsable a él y parece que tiene que
estar pidiendo gracias permanentemente de cada cosa que hacemos. Pero después
decirle: ‘el camino se está transformando, no es tan fácil, necesitamos también
de tu aporte’, porque yo a veces lo que digo es que parecería que le exigimos a
los discapacitados que militen por la discapacidad y capaz que no tienen ganas.
Vinieron acá a estudiar.
Entonces tienen como un doble rol de actor social y quedan expuestos visiblemente. Tienen una exposición pública que cualquiera de nosotros no la tenemos”. Alivio. Esa es la expresión de su cara. Alivio por haber promovido su opinión, su contenido. Con esa intrépida frase, finaliza su testimonio. Ahora sabe que una nueva persona conoce sus ideales, ésos con los que trata de facilitar la situación de los chicos en situación de discapacidad. Otra vez, acomoda sus anteojos, la visita concluye.
Entonces tienen como un doble rol de actor social y quedan expuestos visiblemente. Tienen una exposición pública que cualquiera de nosotros no la tenemos”. Alivio. Esa es la expresión de su cara. Alivio por haber promovido su opinión, su contenido. Con esa intrépida frase, finaliza su testimonio. Ahora sabe que una nueva persona conoce sus ideales, ésos con los que trata de facilitar la situación de los chicos en situación de discapacidad. Otra vez, acomoda sus anteojos, la visita concluye.
Felipe Bracco
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