martes, 15 de octubre de 2013

"El camino se está transformando"

  El encuentro se haría en la Sala de Bienestar del Rectorado. Un musculoso e imponente guardia tuvo la amabilidad de resguardar al periodista hacia aquel lugar, para que no se pierda o trate de recorrer las curiosidades del edificio. El cartel pegado en la puerta aseguraba que “no se atienden estudiantes”, pero el corresponsal lo pondría a prueba. Una mujer joven, de ojos delineados y pelo atado de forma prolija, desconocía dónde estaba Sandra Katz, nuestra entrevistada, en ese momento. Pero se comprometió en llamarla al instante, preguntando antes si el objetivo de nuestra presencia era recibir una netbook. El tono del teléfono la impaciento, por lo que cortó sin que hubiera pasado siquiera un minuto de su promesa, y recordó que existía otro sector de Bienestar en el primer piso.



  Al encontrarse con las decenas de escaleras que debería subir, nuestro periodista recordó su dolencia de rodillas. Sin embargo, pudo distinguir el lugar donde se encontraba trabajando Sandra, sin la necesidad de ser escoltado. Un saludo amable acompañado de una sonrisa generó un clima ameno antes de que pudiera encender el grabador. El corresponsal se disculpó: ahora estaba diez minutos retrasado.
  Sandra Katz señaló un banco, como el de las plazas pero menos estropeado, que se encontraba en una esquina del patio circular que está poco después de la entrada del Rectorado. Bajar las escaleras esta vez no fue un martirio, ya que la sonrisa de la entrevistada, que se extendía casi hasta sus ojos verdes refugiados por grandes lentes, hacían compañía al corresponsal. Un movimiento de manos constante y pronunciado, provocaban prestarle atención a los dos anillos que tenía en cada mano, a la vez que sacudían el camperón violeta de la mujer.
  Allí está Sandra, la profesora de Educación Física y Psicóloga, coordinadora de la Comisión de la discapacidad de la Universidad platense. Sentada con las piernas cruzadas recibe y retribuye, los constantes saludos de quienes por aquel espacio se encuentran. Se siente complacida por su trabajo, cree que los derechos de las personas en situación de discapacidad de a poco abarcan un mayor reconocimiento, el cual es fruto en gran parte gracias al esfuerzo de la comisión. 
  Su trabajo es el de otorgar todas las posibilidades existentes y solucionar las dificultades de los jóvenes que presenten una discapacidad para estudiar en la Universidad. Hay que mostrar que la discapacidad no es algo tan otro diferente, ni tan ajeno, ni tan lejano, sino que uno en lo cotidiano se lo puede encontrar más cerca de lo que cree”. Ése es el pilar fundamental que constituye a la organización. Y Sandra Katz lo traslada con fervor y entusiasmo. El cálido clima que se respira en el patio acompaña esos sentimientos.
  “No podemos permitir que un profesor de Educación Física diga ´no quiero dedicarme a la discapacidad´ o ‘no sé de discapacidad’ porque en cada club hay un chico así que quiere hacer las mismas actividades que los demás. Hay que prepararse para entender la diversidad humana, no creer que existen los normales, y yo me preparo sólo para ellos, y en todo caso hago un posgrado para los diferentes”. Hace referencia al despropósito de los docentes frente a este tema y lo remonta a una de sus profesiones, la Educación Física. Su rostro se inmuta, muestra cierta dosis de indignación ante tal falta de predisposición profesional
  Con el correr de los minutos en los que se desarrolla la entrevista puede observarse a una Sandra que acomoda su cuerpo, lo pone recto contra el respaldo del banco. Asimismo, el tono de su voz se eleva y toma mayor fuerza, su sonrisa sufre un leve desdibujo cuando habla sobre las responsabilidades institucionales con respecto a la discapacidad.
  “Nosotros empezamos en el 2000. Desde ese año tenemos una reunión mensual y fuimos probando de reunirnos acá, en el rectorado y no había espacio, de juntarnos en un café, de juntarnos en una casa. Cada mes nos reunimos en una facultad diferente, como que vamos probando. Eso fue en el 2000. En 2005, desde la Universidad, entramos en lo que se llama la Partida Presupuestaria y empezamos a tener presupuestos. Entonces podríamos decir que ya hay un reconocimiento por parte de la Universidad en relación a la comisión”.
  La articulación de sus manos sigue siendo de la misma tenacidad que al comienzo del encuentro. Una vez más es saludada por un integrante del rectorado y Katz, muy cordialmente, devuelve la atención. Esto le permite emitir una pausa y acomodarse los lentes. Continúa con su explicación.
  “Y es poco; bueno, vuelvo a decir no tenemos espacio físico. El único cargo reconocido es el mío. Pero te podría decir que logramos muchas cosas en diálogos con otros, con la gente de bienestar, con la gente de comunicación visual. A ver, todas las veces que íbamos a pedir algo costó, pero fuimos escuchados. Logramos que acá en la Universidad hay un área que se llama Relaciones Institucionales o no me acuerdo bien cómo se llama, que dicta cursos para todos los empleados de la Universidad. Bueno, y logramos que en esos cursos incluyan la lengua de señas. Creemos que tenemos reconocimiento, podríamos tener más. Pero esto de no estar aliado con ningún sector político por un lado nos otorga libertad y por otro, no haber crecido más”.
  La entrevista transcurre, durante ese lapso Sandra expone su versión acerca de esta delicada temática. Ella demuestra que la discapacidad no es, ni debería ser un problema sino una característica, una carencia determinada; pero ningún impedimento para estudiar en la Universidad. La entrevistada se ha mantenido muy correcta y acertada con sus declaraciones, las cuales dejaron conceptos muy ricos.
  “Reconocer que le estamos en falta es el primer punto. Porque si no lo hacemos responsable a él y parece que tiene que estar pidiendo gracias permanentemente de cada cosa que hacemos. Pero después decirle: ‘el camino se está transformando, no es tan fácil, necesitamos también de tu aporte’, porque yo a veces lo que digo es que parecería que le exigimos a los discapacitados que militen por la discapacidad y capaz que no tienen ganas. Vinieron acá a estudiar.
Entonces tienen como un doble rol de actor social y quedan expuestos visiblemente. Tienen una exposición pública que cualquiera de nosotros no la tenemos”. Alivio. Esa es la expresión de su cara. Alivio por haber promovido su opinión, su contenido. Con esa intrépida frase, finaliza su testimonio. Ahora sabe que una nueva persona conoce sus ideales, ésos con los que trata de facilitar la situación de los chicos en situación de discapacidad. Otra vez, acomoda sus anteojos, la visita concluye.



Felipe Bracco


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